
- ¿Crees que me molesta a mí que agonices? Le miró detenidamente, le quitó la mordaza y descamiso su rojo pecho
ensangrentado. Pulsó sobre su herida como si se tratará de un botón y
mientras berreaba, le susurró al oído:- Otra vez, sabes que me encanta. Se relamió, se excitó como si se tratará del mejor porno. Empezó a
grabarlo hasta que todo acabó. Salió de la habitación acolchada y depositó la
cinta grabada en su archivo