
La literatura nos dice que los vampiros son seres mitológicos que provienen principalmente de las regiones de Europa del Este. Sin embargo, la gente de los otros cuatro continentes tiene sus propias historias de terror sobre estas criaturas.
Voy a contarles un relato que ocurrió en Hunan China. Se dice que, a fines del siglo XIX, allí vivía un hombre anglosajón que invariablemente vestía de etiqueta. Además, portaba un gran sombrero de copa y un bastón de color negro. Las personas que llegaban a ver su rostro, quedaban estupefactas, ya que aseguran que el tono de su piel era más blanco que la leche, mientras que por su boca se asomaban un par de afilados colmillos.
El horario favorito que tenía este individuo para salir a la calle era a partir de las 11 de la noche, mientras el regreso a su lugar lo emprendía a más tardar a las tres de la madrugada.
Al poco tiempo de la llegada de este personaje, un extraño fenómeno comenzó a ocurrir en el pueblo. Varios animales de granja comenzaron a desaparecer, sólo para encontrar sus cadáveres a los pocos días completamente desangrados descansando a la orilla del lago.
-¿Qué clase de criatura infernal podrá querer la sangre de nuestras bestias?, se preguntaban los granjeros.
A partir de ese momento, varios de ellos montaron guardias nocturnas con el fin de descubrir al ladrón. Finalmente, uno de los cuidadores logró dispararle en la pierna a un individuo que trataba de robarse unas ovejas.
De la boca del ladrón salieron chillidos como los de un murciélago, mientras éste trataba de perderse entre los arbustos, iluminado por un profuso manto de estrellas. Tras de sí, iba dejando un gran rastro de sangre.
Cuando los granjeros lo siguieron, se dieron cuenta de que ese vital líquido no era del tono habitual que todos conocemos, es decir, rojo, sino más bien de un profundo color violeta.
La persecución continuó hasta que los primeros rayos del sol comenzaron a asomarse. El vampiro trató de taparse las manos y el rostro con su abrigo, pero ya era muy tarde, los rayos de sol se levantaban amenazantes ante él mientras su piel albina se tornaba verdosa.
Uno a uno, los huesos de su cuerpo comenzaron a asomarse en un grito que resonaba desde el mismo infierno. Finalmente, su vestimenta y su esqueleto quedaron convertidos en cenizas.
Sorprendidos pero aliviados, los granjeros dejaron los restos allí, con la esperanza de que todo aquello se lo llevará el viento. Sin embargo, a la semana siguiente empezó a brotar un árbol de las profundidades de la tierra. Su corteza era roja y sus hojas tenían afiladas espinas. Algunas personas trataron de derribarlo, pero dejaban atrás sus intentos al percatarse de que brotaba sangre cada vez que golpeaban el tronco.
Otros intentaron rodear el árbol con una capa de grueso concreto y en encima colocaron un techo de lámina para evitar que el agua de lluvia lo pudiera alimentar. No obstante, el árbol aún existe y continúa creciendo con normalidad hasta la fecha.
Según las leyendas de terror de oriente, el misterioso árbol guarda el alma del vampiro, que poco a poco se está regenerando, y al mismo tiempo está esperando el momento exacto para emerger de nuevo a sembrar el terror y cobrar su venganza gota a gota de sangre.
Autor: María Del Montoya Medina