
Mary era una adolescente norteamericana y podía considerarse una chica completamente normal, dejando aparte su gran afición por leer y escribir cuentos fantásticos. Una fría tarde de otoño estaba sentada en un banco, cerca del río que atravesaba la ciudad, y, mientras contemplaba las nubes, se acordó que su profesor de literatura la había animado a escribir un cuento macabro, con ocasión de la inminente fiesta de Halloween. Pero, como tenía el ordenador estropeado, decidió que primero escribiría el cuento a mano y luego le pediría al profesor que se lo mecanografiase. Se le ocurrió una historia con este argumento: una chica sometida a acoso escolar se suicidaría y luego su fantasma volvería del Más Allá, para vengarse de la compañera de clase que la había impulsado a matarse. El cuento estaría narrado en primera persona por la chica muerta y empezaría con una transcripción de su nota de suicidio. Para gastarle una broma a su amiga Lara, Mary le puso su nombre a la acosadora. Tomó su cuaderno y escribió rápidamente:
Ya no aguanto más, he decidido morir para escapar del sufrimiento al que me está sometiendo Lara. Todos piensan que somos amigas y yo no me atrevo a contarles la verdad. Si lo hiciera, Lara cumpliría su amenaza de subir a Internet unas fotos donde salgo desnuda, para que las vean mis amigos, mis padres, el mundo entero... Y prefiero morir de una maldita vez antes que seguir viviendo con miedo, constantemente insultada y humillada por alguien en quien creía que podía confiar.
Tras escribir estas palabras, Mary interrumpió su relato, pues había oído un extraño gemido, pese a que no había nadie por los alrededores. Dejó su cuaderno sobre el banco y se levantó para echar un vistazo. Entonces vio un hermoso gato negro acurrucado sobre la barandilla del puente que atravesaba el río. El felino la estaba mirando con ojos singularmente brillantes y no cesaba de emitir maullidos quejumbrosos, como si estuviera muriéndose de hambre. Mary, que tenía buen corazón, se acercó a él para ofrecerle un pedazo de jamón, pero el gato no pareció interesado y se mantuvo inmóvil. Pensando que quizás el animalito estaba demandando cariño en vez de alimento, la muchacha (cuya cabeza no era tan buena como su corazón) se montó sobre la barandilla para acariciarlo, pero entonces el gato se arrojó sobre ella y le arañó el rostro hasta hacerle sangre. A causa del dolor y del susto, Mary perdió el equilibrio y cayó al río. Ella no era muy buena nadadora y allí no había nadie que pudiera ayudarla, así que no pudo resistir la fuerza de la corriente y murió ahogada. Pocas horas después, su familia y sus amigos del instituto lloraban su inesperada muerte, que la policía consideró un trágico accidente.
Cody, que era uno de sus mejores amigos y que estaba secretamente enamorado de ella, fue uno de los más afectados. Poco después del entierro, se acercó a la orilla del río, preguntándose en silencio qué había podido pasarle a Mary para que terminara en el agua. Entonces se fijó en el cuaderno de la difunta, que seguía sobre el mismo banco donde ella lo había dejado antes de morir. Cody abrió el cuaderno y se quedó pálido de horror al leer las últimas palabras que había escrito su amiga. Por supuesto, él ignoraba que se trataba del inicio de un cuento y pensó que era una verdadera nota de suicido. Apretó los dientes con rabia y se dijo:
-¡Esa zorra de Lara...! Todos pensábamos que era la mejor amiga de Mary y resulta que la acosaba en secreto. Si yo no hubiera encontrado este cuaderno, todos seguiríamos pensando que su muerte fue un accidente y no un suicidio, porque jamás habríamos llegado a sospechar la verdad. Aunque, en realidad, tampoco se trata de un suicidio, sino de un asesinato... y la asesina es Lara, pues Mary murió por su culpa. ¡Y pensar que la muy cerda tuvo el cinismo de llorar lágrimas de cocodrilo durante el entierro de su víctima! ¡Pero yo haré que llore lágrimas de verdad por todo el mal que ha hecho!
La primera idea de Cody fue enseñarles el cuaderno a los padres de Mary, para que denunciaran a Lara por acoso. Pero finalmente decidió no hacerlo. Los padres de su amiga ya estaban bastante destrozados por la pérdida de su querida hija. Saber que esta se había suicidado aumentaría mucho más su sufrimiento, pues eran cristianos fervorosos y conservadores, para los cuales el suicidio y la eutanasia suponían graves atentados contra la voluntad de Dios. Mientras siguieran pensando que la muerte de Mary había sido un accidente, al menos podrían consolarse creyendo que su hija estaba en el Cielo, así que Cody decidió quedarse con el cuaderno y actuar por su cuenta.
Pronto tramó un plan para arruinar la vida de Lara, tal como esta había destrozado la de Mary. Tras algunas tentativas infructuosas, logró robarle a Lara la llave de su casa sin que ella se diera cuenta. A continuación, le hizo una copia y se la devolvió antes de que nadie notara su ausencia. Luego fue en autobús a una ciudad cercana, donde compró algunas cosas que necesitaba (y que no podía comprar en su propia ciudad sin levantar sospechas): unos guantes, un pasamontañas, un cuchillo y un rollo de cinta aislante. Gracias a los cotilleos del instituto, supo que el jueves por la noche Lara estaría sola en casa, pues tenía que estudiar para el examen del día siguiente y sus padres, que se habían ido a Nueva York para visitar a un pariente enfermo, no volverían hasta la madrugada.
...
Después de cenar, Cody abandonó su casa por la puerta trasera, sin que sus padres y su hermana se enteraran. Caminó hasta llegar al barrio donde vivía Lara, procurando no llamar la atención de los escasos transeúntes. Cuando llegó a su destino, se cubrió el rostro con el pasamontañas, se puso los guantes y entró en la casa sin hacer ruido, abriendo la puerta del vestíbulo con la copia de la llave que había robado días antes. Subió al piso superior silenciosamente y, cuando Lara salió de su cuarto para ir al baño, la agarró con fuerza, la amenazó con el cuchillo y le dijo, simulando un fuerte acento extranjero:
-¡Quieta, puta, y no se te ocurra gritar o te rajo el cuello!
Lara, realmente asustada, se puso a llorar de puro terror y le suplicó con voz trémula:
-¡Por favor, no me hagas daño! Escucha, no sé dónde tienen el dinero mis padres, pero...
-¡Yo no quiero vuestro sucio dinero! Solo haz lo que te digo, ¿entiendes, zorra?
Cody obligó a Lara a tumbarse sobre su propia cama, la ató y la amordazó con la cinta aislante y, tras asegurarse de que estaba completamente indefensa, le rasgó brutalmente la ropa hasta dejarla medio desnuda. A continuación, agarró el teléfono móvil de la muchacha y lo usó para hacerle numerosas fotos. Su intención era subirlas a una página porno de Internet, a la cual sus amigos del instituto accedían con frecuencia, sobre todo antes de acostarse. Para cuando alguien intentara borrarlas, aquellas fotos ya habrían sido vistas por todo el mundo, con lo cual Lara sufriría una humillación mucho peor que cualquiera de las supuestamente padecidas por Mary.
Minutos después, mientras Cody estaba distraído intentando subir las fotos a la página (el proceso era más largo y complicado de lo que él había previsto), un gato negro que ya conocemos entró sigilosamente por la ventana (Lara la había dejado abierta para que su cuarto se ventilase mientras ella estaba en el baño). El felino se subió a la cama sin que Cody se percatara y se sentó sobre el rostro de Lara, tapándole las fosas nasales e impidiendo que pudiera respirar. La muchacha intentó rechazarlo, pero al estar atada y amordazada no pudo hacer nada más que morir asfixiada por el gato, que a continuación se marchó tan sigilosamente como había venido. Cuando Cody se percató de que su prisionera había dejado de respirar, se asustó terriblemente e intentó reanimarla, pero solo consiguió perder un tiempo precioso. Cuando se vio obligado a asumir que Lara estaba muerta, oyó voces en el piso inferior. Los padres de Lara habían regresado y, si lo encontraban en aquella casa junto al cadáver de su hija, pensarían que él la había asesinado. Como no podía bajar las escaleras sin ser visto, Cody decidió huir por la ventana. Saltó con todas sus fuerzas y logró agarrarse a la rama de un árbol cercano. Pero entonces el gato negro, que estaba allí esperándolo, le arañó las manos, haciendo que cayera al suelo y muriera a causa del impacto. Mientras los padres de Lara lloraban la horrible muerte de su hija y Cody agonizaba sobre el césped del jardín, el gato se lamió la zarpa, satisfecho por el trabajo bien realizado.