
Cuando la pequeña Laura comprendió que se hallaba en peligro, huyó de su cuarto y corrió a ciegas por el pasillo, llorando de terror y llamando a sus padres con toda la fuerza de sus pulmones. Pero nadie respondió a sus llamadas: a causa de los nervios, había olvidado que aquella noche sus padres no estaban en casa. Tras una corta carrera, el hombre que había entrado en su hogar la atrapó y le tapó la boca con la mano. Tras encerrarla en un armario, bien atada y amordazada, se marchó llevándose consigo todos los objetos de valor que pudo encontrar, incluida la valiosa muñeca artesanal que le habían regalado a Laura aquella misma tarde. El ladrón vendió casi todo su botín en el mercado negro, pero se quedó con la muñeca para regalársela a su sobrina Marta. A la mañana siguiente, la pequeña Marta apareció muerta en su cama. Al contrario que Laura, ella no tuvo la suerte de que un oportuno ladrón la salvara a tiempo de la muñeca.
…
Aquella noche el niño llamó a su padre y le dijo que había un monstruo escondido bajo su cama. Aunque el padre se lo tomó como una simple fantasía infantil, decidió mirar qué había debajo de la cama, a ver si así el niño se tranquilizaba de una vez. Pero entonces vio que efectivamente había un horrible fantasma tumbado bajo el colchón. El espectro le dijo al asustado padre en voz baja:
-¡No me mires con esa cara! Tú también te habrías escondido si supieras lo que hay dentro del armario.