Nuevos Minicuentos Nocturnos

MÁS MINICUENTOS NOCTURNOS: Aquella tarde Eva aprovechaba la ausencia de sus padres (que estaban celebrando su aniversario fuera de casa) para escuchar música a todo volumen... hasta que recibió la molesta visita de Carlos, su hermano pequeño, quien le dijo: -Eva, quiero que vengas a mi cuarto a jugar conmigo a policías y ladrones. Si no vienes, cuando venga mamá le diré que has puesto la música muy alta. Ante esa extorsión, la muchacha no tuvo más remedio que acceder a los deseos de su hermanito. Ella sería

Aquella tarde Eva aprovechaba la ausencia de sus padres (que estaban celebrando su aniversario fuera de casa) para escuchar música a todo volumen... hasta que recibió la molesta visita de Carlos, su hermano pequeño, quien le dijo:

-Eva, quiero que vengas a mi cuarto a jugar conmigo a policías y ladrones. Si no vienes, cuando venga mamá le diré que has puesto la música muy alta.

Ante esa extorsión, la muchacha no tuvo más remedio que acceder a los deseos de su hermanito. Ella sería la policía y Carlos el ladrón, pero un ladrón muy listo, que siempre se las arreglaba para capturar a su presunta perseguidora. Eva, resignada, permitió que su hermano la atara a una silla, aunque en esta ocasión apretó los nudos más que de costumbre. Esto molestó y confundió a Eva, quien, al darse cuenta de que estaba realmente atrapada, intentó protestar. Pero Carlos le tapó la boca con un pañuelo antes de que pudiera decir nada. Entonces se abrió la puerta del armario y Eva vio que allí dentro se hallaba un niño exactamente idéntico a su hermano, fuertemente atado y amordazado. Aún no había tenido tiempo para asumir que el niño del armario era el verdadero Carlos, mientras que el niño que la había atado era un impostor, cuando entró en el dormitorio una chica idéntica a la propia Eva, la cual le dijo al falso Carlos con un tono frío y cruel:

-Estupendo, los dispositivos que nos permiten imitar la forma humana han funcionado perfectamente. Y, si todos los terrícolas son tan imbéciles como estos dos, no nos llevará mucho tiempo invadir este planeta.

Pero el alienígena que había suplantado a Carlos le preguntó a su compañera:

-¿Y qué hacemos con estos dos? Si los dejamos aquí, sus padres los encontrarán cuando vengan. Y no podemos llevarlos fuera de la casa sin que nos vean los vecinos.

-Tranquilo, tengo una idea. Hoy es el aniversario de sus padres, ¿verdad?

Cuando los padres de los niños volvieron a casa aquella noche, se encontraron con una grata sorpresa. Sorprendentemente, los vagos de sus hijos, que generalmente no pisaban la cocina, les habían preparado una cena especial por su aniversario: un asado de carne que estaba realmente delicioso (tan delicioso que sus padres ni siquiera se acordaron de preguntarles de dónde habían sacado la carne).

...

 

Con ocasión de la fiesta de Halloween, la maestra les había dicho a los niños que dibujaran en un papel el monstruo más terrorífico que hubieran visto jamás. Todos los niños dibujaron monstruos “normales”, salvo Martita, una niña algo extraña, que dibujó a un hombre normal. La maestra le preguntó quién era y ella respondió con toda tranquilidad:

-Ese es mi papá. Es el monstruo más terrorífico que conozco.

La maestra se quedó tan sorprendida por esa respuesta que no se atrevió a decir nada. Pero, cuando terminó la clase, le envió un mensaje a la madre de Martita, para comunicarle lo que había hecho su hija e insinuarle que tuviera cuidado con su marido, pues quizás estuviera casada sin saberlo con un maltratador de niños. Aquella misma tarde, cuando la maestra abandonó el colegio para volver a su casa, fue aplastada junto con su vehículo por un monstruo aterrador, que apareció de repente y se desvaneció sin dejar rastro antes de que llegara la policía.

Poco después, la mamá de Martita llegó a su casa y le dijo a su hija:

-Martita, estoy enfadada contigo. Por culpa de tu dibujito tuve que matar a tu maestra antes de que descubriera que nuestra familia no es humana. Además, me has ofendido. Le dijiste a esa imbécil que papá era el monstruo más terrorífico que conocías, cuando yo soy mucho peor que él.

Martita dijo tranquilamente:

-Ya lo sé, mami. Pero es que, como tú puedes cambiar de forma, no sabía cómo dibujarte.

 

 

 

 

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